Érase…

Érase un ayer cuando la muerte con su red de cazar mariposas atrapaba a los niños y se quedaban tan quietos que parecían dormidos.   Érase un ayer cuando me asomaba a la puerta donde se alzaba el altar del lloro y la desesperación.   Moría la infancia de hambre y por costumbre.   Después las cajitas blancas y el mejor de los vestidos para entrar a la iglesia como

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