Tempestad: Para Beethoven
Todo lo grande está en medio de la tempestad.
Martin Heidegger
Un macillo golpea tardo y pausado
la tristeza inalterable
donde acunas la tempestad de tu infancia.
Oh, cuánta lágrima ovalada sustancia la vida
cuánto celo de planetas para tu soledad minúscula.
Tu miedo es un caracol. Resbala lentamente
por un precipicio de acordes con destello de faquir.
Oh, eterno secuaz de la armonía:
savia que detiene la efímera flor del cerezo.
Transcurren los días y las estaciones. Consejero del silencio,
te fuiste con el estruendo ardoroso de una noche de tormenta
embebiendo el murmullo que aprisiona las arterías del río.
Temblor de lago azora la oscuridad.
En el albor de tu primera estrella,
vislumbraste el enigma cifrado del dios Lino.
Carmen Sampedro
Linares, junio 2017