El mar es olvido…
Todo pretérito socava lagunas de niebla.
Los dedos silencian sus garras cautivas
en la noche menguada y desierta.
El mar es olvido…
Mi madre amaba el mar (cantaba su eternidad)
más que a todas las aves
lo amaba (rezaba su infinitud)
por encima de todas las criaturas.
Las olas mensajeras del sempiterno azul
inclinaban su cresta marina
y silbaban como ondinas amarteladas
en el extremo de la liturgia.
Yo, la olvidada de mi madre
amaba su canto
por encima del aposento de mi sangre
más que al compendio de mi existencia.
Ella cantaba la inmensidad de los espejos
y su voz trazaba misterios enaltecidos
en el inflamado arrebol de la tarde.
Todo pretérito es hueco en la niebla.
Yo, la olvidada de mi madre
mudo la belleza de ese mar de letanías
en un réquiem de indolencia.
El mar es olvido. Mi propio olvido…
Carmen Sampedro
Linares, verano 2016