EN EL ATRIO DE TUS OJOS
Niña y no ángel
volaba a tu centro
niña y no ángel
chocaba con tu acero.
En el atrio de tus ojos
se alzaban todos los rezos
mientras mis alas dormían
a la intemperie del tiempo.
Niña y no ángel
de bruces con tu cuerpo
niña y no ángel
sin medir el suelo.
Niña tantas veces
nadando en desiertos
como ave que arrastra
la dolencia del viento.
A la intemperie, madre,
duerme herido mi último lamento.
Linares, febrero 2015