La Taberna, poema de Carmen Sampedro
Quiso por fin el aire
romper la nube preñada,
quiso por fin el agua
lavar la cara arrugada
y quiso el hombre,
por ser hombre,
empapar su sangre
de vino
que lo alentara.
La taberna era un regazo
donde el corazón templaba
su lamento…,
congregando
sentimientos
y nostalgias.
El agua caía en el alma
formando ríos de helechos
y el vino seguía su curso
disipando los recuerdos.
Marcados por el tiempo,
unos bebían para olvidar
un olvido.
Otros,
la ausencia de la madre.
¿Cuándo murió?
Figuras de niebla
acudían urgentes
a la memoria
para ensartar
perla a perla
instantes
de su existencia:
Oasis de embriaguez
en desiertos de olvido.
– “Bebed, pero no olvidéis” –
(las venas se estremecieron)
– “bebed, pero no olvidéis” –
(sentenció una voz de trueno)
-“Soy el arcángel Miguel
que me he escapado del cielo.
Si me invitáis a una copa
os canto por martinete
el dolor que llevo dentro.
¡Quiero ser hombre!
¡Quiero ser hombre,
y tener manos!
Mirad vuestras manos,
observad cómo sueñan,
qué artísticamente expresan
alegría, miedo,
bondad, deseo…
Yo suplico
cada día a mi amo
que en vez de alas
me dé manos
para escribir la agonía
de vivir eternamente postrado.
Otra copa
y en el próximo trueno
me voy.” –
De repente,
un relámpago de voces
con acento militar
intimidan al arcángel
a punta de fuego celestial.
-“No te resistas Miguel,
no te rebeles,
que el amo
te quiere ver.
Las órdenes son tajantes
y su advertencia también:
que si vuelves a escaparte
en vez de nosotros
vendrá él.
Los hombres quedaron mudos,
sin aliento
y los vistió el recuerdo
de un abrazo, un adiós,
una fecha, un nombre,
un poema.
Bebieron de la esperanza
para celebrar la lluvia;
más tarde libaron sueños
bautizados con miel y canela
y al instante consagraron
el obstinado oficio
de ser lo que eran.
Mientras, en el horizonte,
entre la tierra y el cielo
un torbellino de alas
quiebra la luz
y el trueno…
Poema de Carmen Sampedro
Recitado por Enrique J. Valdivia y Carmen Sampedro
Edición de vídeo: Abraham Redondo
Linares, noviembre 2015