ATENEA
La Asociación de Mujeres con Discapacidad “Atenea”, nació como nace un río: de manantiales a partir de aguas subterráneas que salen a la superficie. Así nació la Asociación, desde lo más profundo a la superficie, desde el sentir común de unas mujeres valientes y audaces con enormes deseos de alzar el vuelo de la palabra, y formar parte del gran tapiz de colores que forman los distintos grupos sociales.
El nombre que daría título a la conferencia también les llevó su tiempo y tuvieron que acudir a una tormenta de ideas con sus truenos, relámpagos y granizos. Por fin salió el nombre de más incidencia a la hora de llamar la atención acerca de la conferencia. “Por una sociedad capaz”
Debido a su sentir democrático estudiaron la manera de que cualquiera de las socias pudiera dar la conferencia y por consenso propusieron que fuera Marisa, una mujer de mediana edad, que aceptó con mucho gusto encargarse de la charla.
Marisa entró en la sala y cuando comenzaron a llegar los asistentes, presentaba a las compañeras de la Asociación y les invitaba a tomar asiento dando las gracias por acompañarlas al acto.
Llegada la hora, Marisa dedicó unas palabras de bienvenida y se dispuso a expresar todo ese mundo de pensamientos que llevaba en su corazón.
“-Buenas tardes queridos amigos y amigas. En nombre de la Asociación de Mujeres con Discapacidad Física “Atenea” os damos la bienvenida a la charla cuyo fin es dibujar con palabras algunos de los aspectos que consideramos necesarios repensar acerca de la discapacidad. Agradecemos el calor de vuestra presencia y espero que os animéis a participar en el debate que llevaremos a cabo después de mis palabras.
Este acto significa mucho para nosotras y espero que también lo sea para todos ustedes.
La charla de hoy sobre discapacidad la podría presentar una persona sin discapacidad, y tal vez lo haría mejor que nosotras, pero no dejaría de ser lo de siempre: otros y otras hablan de lo que nos pasa, de lo que necesitamos, de cómo hemos de hacer frente a la vida y no pasaría de ser una charla de alguien que habla en nuestro nombre. Mientras tanto seguimos “invisibles”. Aquello que no se ve es invisible, sin embargo como bien dijo Galileo Galilei, “Eppur si muove” sin embargo se mueve. Las mujeres con discapacidad somos conscientes de que no respondemos a la imagen de perfección “ilusoria” que ha creado la sociedad a través de los siglos, sin embargo esa misma sociedad no ha evolucionado con seres “imaginarios” sino con personas que con sus valores, principios y tesón, han contribuido al bien de la humanidad.
Y es en este punto donde hemos de considerar que una mujer con discapacidad, como ser humano, dignifica el devenir de la historia con sus acciones en todos y cada uno de los ámbitos sociales.
Una sociedad que no cuenta con la capacidad de sus ciudadanos, es una sociedad que necesita revisar el sentido de la igualdad, la justicia y sobre todo cuestionarse si hace o no buen uso de la conciencia social y preguntarse a qué mundo pertenecemos las mujeres con discapacidad, siendo el mundo el mismo para todas las personas”.
Marisa hizo una breve pausa para tomar un sorbo de agua pues tenía la boca reseca y aunque se encontraba cómoda en la sala, hablar en público y de una manera tan emotiva le causaba cierto nerviosismo.
“Desde nuestra Asociación apostamos por la construcción de un modelo mental que represente la realidad de las mujeres con discapacidad, dejando atrás los estereotipos que sólo ayudan a construirnos una imagen y una identidad que nos descalifica socialmente y daña nuestra autoestima.
Cada uno y cada una de los aquí presentes se habrá encontrado o conocerá a mujeres que han padecido o padecen una discapacidad y me gustaría que pensaran en este momento en ellas.
Seguramente las verán como personas aisladas, sobreprotegidas, “invisibles” pues tanto la familia como la sociedad olvida sus verdaderas necesidades que no son otras que las de sentirse dentro de la normalidad, llevar una vida normal con sus éxitos y sus fracasos. También puede ocurrir que os hayáis encontrado con casos totalmente contrarios, la integración a través de la hiperadaptación, en este caso la mujer, niña o adolescente se ve obligada a demostrar continuamente sus capacidades y con ello la familia niega también la realidad y necesidades de la persona.
No me gustaría dar la impresión de que no hay salida para la conciencia social, espero que ninguna persona de los aquí presentes sientan que los estoy juzgando, antes bien deseo de todo corazón que mis palabras abran una nueva manera de interpretar al colectivo de las personas con discapacidad que en definitiva el bien de ellas representa un bien para todas las personas tengan o no discapacidad. Suele ocurrir que algunas de las reivindicaciones parecen afectar sólo a las personas con dificultades específicas, pero no es así. Me explico: Las barreras arquitectónicas impiden el libre desplazamiento de todas las personas que padecen una limitación bien sea por un tiempo indefinido, bien por un tiempo limitado, entonces deberíamos reflexionar que todo aquello que beneficia a un colectivo, sirve para todas las personas. Así pues al no hallar perjuicio, hemos de entender que por ejemplo la accesibilidad es un bien común del que se beneficia toda la sociedad.
Cuando hablo del libre desplazamiento me refiero a crear las condiciones para que las personas puedan transitar de un lugar a otro y con ello sentirse libre. Libre de decidir su centro de formación, libre de visitar a la familia, a los amigos, elegir su lugar de ocio, sin la frontera, el obstáculo de unas escaleras, una acera en definitiva un espacio hostil que le prohíbe la libertad.
Espero haber hecho un buen uso de mis palabras y les invito a participar en el debate”.
Se hizo una breve pausa y una mujer joven, levantó la mano para pedir la palabra.
-Me llamo Rosa y quiero decir que estoy de acuerdo con usted, pero es muy difícil que la manera de pensar de la sociedad cambie respecto a las personas con discapacidad. Lo que dice usted de que no respondemos a la imagen de perfección “ilusoria” es un hecho tan arraigado en la sociedad que es muy difícil por no decir imposible arrancar las raíces. Todo se mueve en torno a esa imagen y las personas con discapacidad no tenemos nada que hacer.
-Rosa, yo creo que has dado en el clavo, contestó Marisa- Dices que es un hecho, cierto que lo es, pero no es una realidad. Los hechos se pueden construir perfectamente a base de paradojas, pero la realidad puede más que los hechos. Por ello hemos de trabajar la realidad desde la reflexión y no partiendo de unos hechos cuyos cimientos están fundamentados en lo “ilusorio”.
-Mi nombre es Loli y quiero decir que me he visto representada en la imagen que usted ha hecho de la hiperadapatación de las personas con discapacidad. Le puedo asegurar que es agotador tener que estar siempre demostrando que no hay barreras cuando en realidad las hay. Es el medio el que discapacita pero cuando la familia niega la realidad de la limitación, entonces exigen de una manera sobrehumana lo que ellos serían incapaces de lograr. Me refiero a que en el fondo, siguen viendo la discapacidad contra la que hay que luchar y no ven que esa discapacidad, a veces está más en la calle, en la casa o en ellos mismos más que en la persona con discapacidad.
-Loli, te comprendo perfectamente. Es más fácil para la sociedad e incluso para la familia, dejar la responsabilidad en la persona que padece una discapacidad que hacer frente a lo que discapacita.
Marisa estaba contenta de la buena marcha que llevaba el debate. Hubieron otras intervenciones hasta que llegó la hora de dar fin al acto.
Al día siguiente, Marisa y sus compañeras se reunieron como cada tarde en la pequeña salita para hacer un pequeño balance sobre la charla. Todas expresaron su satisfacción por la buena acogida del acto y enseguida se pusieron manos a la obra a preparar una nueva actividad.
Tomaron nota de la próxima charla y Marisa escribió:
“La “normalidad” ha de ser la semilla de cuyos frutos nos podamos alimentar y con ello lograr una sociedad donde cada persona sea valorada por sus capacidades y de esta manera honrar el género humano”.
Fin
Carmen Sampedro Frutos
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